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Las palabras andantes

En Septiembre

En Septiembre

            Siempre me han dicho que tengo la cabeza muy grande. Sé que es verdad, la tengo como una calabaza, como un bombo, como un dirigible, como un globo demasiado hinchado; de todo me han dicho ya. Mi cabeza, cuando la muevo, también suena: dos piedrecitas brincan y se buscan dentro de ella.

            Me gusta ponerme en el pasillo con los brazos en jarras, esperando a Rina y Godolés. Antes o después aparecen para pasar a la cocina, o a la habitación de la abuela, y me encuentran allí, taponando el paso con mi enorme cabeza. Se enfadan, claro, y comienzan a pegarme patadas en las espinillas, pero yo ni me inmuto, aprieto los dientes y lo aguanto todo. Aprendí a hacerlo hace años. Apretar los dientes, contar  hasta trescientos veintisiete y no pensar en nada más; si a esas alturas siguen pegándome cuento ya hasta seiscientos setenta y ocho, novecientos cuarenta y tres o mil doscientos treinta. Tanto no suelen aguantar, antes se marchan derrotados y hundidos. Sólo entonces me muevo, saboreando mi victoria, pero nadie quiere ver a la abuela cuando termino de contar todos esos números, ni hay hambre que dure tanto, así que es una victoria pírrica. “¡Dónde andarán metidos estos niños!”, suele gritar mi madre con su olor a perejil desde algún lugar. La quiero mucho, a mi madre; si se muriera le llevaría flores todos los días al cementerio.    

         Mi madre es una persona muy sensible. Cuando llegan estas fechas, en Septiembre, se pone triste; yo trato de animarla, total, pienso, en el fondo no conocía a ninguno de los que murieron, pero a mi madre eso no le importa, gimotea un poco y murmulla “pobrecitos, pobrecitos, como hojas caían desde tan alto, qué iban a hacer si se quemaba todo”. Yo suspiro, asiento levemente y mis piedrecillas tintinean haciéndome cosquillas. 

         Rafael P. Calmaestra

12 comentarios

Brujulilla -

Sí, lo sé que era cosa de la madre, pero no lograba conectar los dos temas, digamos. Ya veo que no hacía falta conectar tanto.
:)

Rafael -

Hola Brujilla :)
A mi niño globo el 11S le trae sin cuidado, es cosa más de la madre... un besillo sin conexiones :P

Brujulilla -

Quizás sea un poco torpe y por eso no logro conectar el 11-S con la cabeza de globo. Quizás simplemente no haya que buscar una conexión. Entrañable niño-globo

Rafael -

Ay, María, como en los viejos tiempos... que gusto verte por aquí. Un besazo y gracias!!

Ling Zhou -

Bueno... qué puedo decir?, sé que te dije que entraría mañana pero no he podido esperar!
Sólo a tí podían chocarte piedrecillas en una enorme cabeza de calabaza!!, piedras con nombres: imaginación y maestría... quién como tú, amigo mío ...

Rafael -

Gracias Oceanida, espero leerte pronto, un abrazo.

Oceanida -

Ya pude entrar.
Me parece muy bueno lo que has escrito.

Suerte tenerte...

Un abrazo.

Rafael -

Jo Laura, te has pasao jajaja.
Besosss

Lala -

Cada vez se me da peor comentar textos,creo que la frivolidad puede conmigo.
¿Qué puedo decir?si ni siquiera sabía que era tuyo,pensaba que era de algún escritor famoso y reconocido,jeje

Rafael -

Gracias :) :)

cabaret -

vaya! tu imaginación es sorprendente y me atrevo a afirmar que cada vez enlazas mejor las narraciones. Te felicito. Me recordaste a unas palabras que decía ayer el protagonista de la peli "Desayuno en plutón" le preguntaba al chico duro del que se había enamorado: "Si un día al llegar a casa me encontraras tirada en el suelo, me llevarías al hospital? y me regalarías bombones?"
Pura ternura

Sweetmayo -

Es un relato precioso. Te imagino ahí contando pacientemente en mitad del pasillo... y tu cabeza tintineando. Volando en globo... :-D. Me ha encantado. Besos de colores tintineantes...