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Las palabras andantes

Sombras Brillantes

Pequeña Miss Sunshine

Pequeña Miss Sunshine

Es la última película que he ido a ver al cine y la recomiendo, no porque sea un peliculón, sino porque es la típica producción que pasa desapercibida cuando bodrios alucinantes recaudan millones sólo porque la gente llega al cine y se pregunta "¿Y qué peli vemos?" y cogen y se meten en la primera que les suena sólo porque alguien se ha gastado más pasta en publicitarla.

 Es una comedia sobre el concepto americano del "fracasado" que es algo que siempre he odiado y, aunque en cierto modo cae en algunos puntos típicos, creo que aborda todo de una forma distinta. Al menos en el cine yo no tenía la sensación de estar viendo algo manido.

Se trata de una familia de perdedores que se embarca en un viaje en furgoneta con el propósito de llevar a la pequeña a un concurso de belleza para niñas (¿Porqué no tendremos en España maravillas de esas? ¡Oh, Dios! Seguro que lo tenemos pero todavía no me he enterado...). El padre es un hombre patético que cree haber inventado la receta perfecta para que cualquiera pueda convertirse en un triunfador, el abuelo es drogadicto, el hijo parece un alien que ha decidido no volver a hablar nunca más, el hermano de la madre acaba de intentar suicidarse y la madre parece medio normal, pero sólo si la comparas con los demás. ¡Ah! La niña, Olive, es igualita a una que salía en los tebeos cuando yo era niña: "Montse, la amiga de los animales", además las dos tienen un toque ochentero, Montse por causas evidentes y Olive por eso de que tiene que ser un poco freak para estar dentro de la familia.

 Los personajes se hacen de querer, te ríes un montón y, no sé, contagia optimismo. Sobre todo las escenas de la furgoneta. Sales del cine contento después de haber pasado un buen rato y yo creo que eso vale mucho, que no todo tienen porqué ser obras de alto contenido intelectual :P

 En serio, que si vais este fin de semana al cine, entrad, partíos de risa y disfrutad de una comedia que vale la pena.

 Cambiando de tema, estoy planeando un post-concurso de parecidos razonables. Es muy fácil, tenéis que enviarme una foto de algún conocido, preferiblemente vosotros mismos y otra de algún actor/director/etc. al que se parezca mucho. Las iré colgando y luego se vota. Yo conocí a Gandalf este verano y estoy deseando fardar de ello :P

 No seáis siesos y animaos,

 Balle

PD: Ya sé  que el montaje de la foto es un poco cutre pero tampoco me iba a poner en plan profesional, la idea es que veais a toda la familia y el parecido razonable entre Montse y Olive 

El Laberinto del Fauno

El Laberinto del Fauno

El cine estaba lleno. No es el tipo de película al que va tanta gente pero, claro, le han dado mucha publicidad, en el telediario hablaban de ella todos los días y… estamos de puente. Yo había visto un par de fotogramas hace meses y había pensado “Quiero verla”. Por entonces yo pensaba que la película sería íntegramente un film fantástico. Luego llegó la promoción aquí en España y me enteré de que era una historia sobre la Guerra Civil y no sólo sobre laberintos de fábulas. Desde ese momento yo ya sabía que no debía ir a verla.

Yo no veo ese tipo de películas. No es porque no me gusten, es que no soporto verlas. Supongo que tenemos suerte de vivir en este país y en esta época porque todos los horrores del mundo nos quedan taaaaaann lejossss… A veces se asoman a nuestras pantallas o al periódico, pero en seguida podemos desviar la vista y ya no están. Pero en el cine es más complicado. Dos o tres horas viendo esa clase de cosas, ya lo he dicho, no lo soporto. Hay una serie de películas que querría ver pero para las que aún no he reunido el valor suficiente. Películas como “El pianista”, “La lista de Schindler” o incluso “La vida es bella” de la que sólo he querido ver la primera parte en la que no hay asomo de drama aún. Por eso sabía que no debía ir a ver “El laberinto del fauno”, pero fui.

Quizás exagere si digo que pasé media película con los ojos tapados, aún así seguro que al menos un cuarto del metraje de la película no ha pasado por mis retinas. Recuerdo numerosas ocasiones en las que deseaba tanto levantarme y salir del cine… no estaba mirando, pero tampoco soportaba oírlo, no quería seguir presenciándolo.

Ridículo, pensareis. Sí, seguramente. Y eso que traté de guardar la compostura. Mi hermano dice que me hinché de llorar pero yo, que me conozco, sé que no lloré apenas comparado con lo que me suelen afectar este tipo de películas. Sé que de haberla visto sola en mi casa hubiese hipado continuamente.

A mi hermano le ha impresionado el monstruo fantástico con los ojos en las manos. A mí no. No me angustian los seres de ficción, lo que me matan son las escenas con un trasfondo verídico. Lo que me mata de “Tesis” o “Asesinato en 8 milímetros” es saber que existen las películas “snuff”. Lo que me hacía querer huir de la sala durante “El laberinto del Fauno” eran las escenas de tortura o de sadismo como el asesinato con la botella. No las he visto y, es cierto que a veces (no todas) ese tipo de escenas se cortaban antes de llegar lo peor, pero por lo que escuchaba y por las expresiones del resto de personas en la sala os aseguro que hay algunas durísimas. Soy muy impresionable, lo sé. Y quizás nada de lo que cuento os interese. Sólo intentaba reflexionar sobre nuestra familiaridad con la violencia. Supongo que la mía es nula y no soporto ser consciente de que existe la tortura, el sadismo, la crueldad, la indiferencia a esos niveles. Que somos capaces de esas cosas. Que quizás algún día me toque ver esas atrocidades más de cerca, aunque sea improbable.

Bueno, aunque ya es difícil que este post pueda considerarse una reseña cinematográfica intentaré dejar de lado el aspecto crudo y aterrador de la película y explicar que es lo que me ha parecido al margen de eso.

La película, como ya sabréis narra la historia de Ofelia, una niña que viaja con su madre hasta la base de operaciones de su padrastro, capitán franquista, en el campo. Mientras en el mundo real la salud de su madre peligra por su embarazo y se vive la lucha entre los fascistas y los maquis de la zona, Ofelia se refugia en un mundo de fantasía protagonizado por la existencia de un laberinto regentado por un fauno.

Aunque la publicidad ha dado a entender que la presencia del aspecto fantástico era mayoritaria, no es así, los sucesos reales tienen un gran protagonismo. Además, los extraordinarios sucesos que vive Ofelia de la mano del fauno, aunque propios de cuentos de hadas no son menos terribles que la realidad. En este sentido Guillermo del Toro ha conseguido recuperar la antigua esencia de los cuentos tras los que  siempre se esconde algo temible. Visualmente la película resulta espectacular, con ese toque entre fantástico y aterrador. En cuanto a la interpretación creo que la actuación de la niña Ivana Baquero es digna de ser destacada, sobre todo teniendo en cuenta su edad. El mensaje, aunque maniqueísta en su representación de los maquis y los fascistas (héroes y asesinos sádicos respectivamente), viene a decir que, en esa España de Caín y Abel en la que los hermanos se matan entre sí, aún queda gente capaz de optar por perder los privilegios prometidos antes que derramar la sangre del hermano inocente, aunque éste carezca del mismo estatus o esté indefenso. Además se exhorta a la desobediencia. ¿Cuántas cosas han sucedido en el mundo por la obediencia ciega? ¿Cuántos durante el nazismo, el fascismo, el estalinismo o cualquier guerra no se han excusado a sí mismos diciéndose que sólo acataban órdenes? ¿Cuántas personas “normales” han hecho barbaridades sin plantearse romper la baraja? Por eso me quedo con la fantástica frase del médico, justo después de contradecir al capitán fascista: “Es que, obedecer por obedecer, sin más… Eso sólo lo hacen personas como usted”. En lo que se equivoca la película es en dar a entender que sólo personas sádicas y enfermas obedecen por obedecer, sólo hay que echar un vistazo a la historia, o mirarnos al espejo.

Balle

La Censura I

La Censura I

Imaginad que vivís en la sociedad americana de finales del siglo XIX, en 1896 para ser más exactos.

A las chicas bien no se os permite quedaros a solas con hombres sin supervisión.

La mayoría de los chicos tenéis claro que hay dos tipos de mujeres: aquellas con las que divertirse y aquellas que sólo se dejan tocar después de un compromiso firme o, más bien, de la boda.

El cine acaba de ser inventado. Nunca antes habíais visto nada así. Habéis estado un par de veces en una de esas salas de proyección: es un sótano mal ventilado y oscuro donde acuden gentes de todo tipo, niños y mayores. En ese espacio tan sugestivo habéis asistido a llegadas de trenes, salidas de iglesias, imágenes de la vida cotidiana o escenas rodadas en el teatro. Breves retazos de realidad que la pantalla reproduce tan vívidamente que no podéis evitar quedar boquiabiertos.

Pagáis un níquel. Saludáis en la entrada al panadero que ha venido con su mujer. Descendéis las escaleras y os sentáis en el mejor sitio que conseguís. Se apagan las luces. Continúan las voces pero ahora son murmullos.

Comienza la proyección: se ve una calle y coches y gentes pasando. Acaba el primer rollo. Inicia uno nuevo.

Son un hombre y una mujer. Están muy cerca de vosotros, en primer plano, veis perfectamente todos los detalles. Os removéis en vuestros asientos incómodos por la proximidad entre esas dos personas. No sois los únicos.

Entonces el hombre toma el rostro de ella tiernamente con sus manos y lo acerca hasta él. Pensáis en el desconocido o la desconocida que hay en el asiento de al lado. En las decenas de extraños con las que os veis revueltos en una sala oscura siendo testigos de esa obscenidad.

Finalmente la pareja de la pantalla se besa (¡en la boca!). Notáis calor en vuestras mejillas. Estáis asistiendo a algo que la gente decente sólo hace en la intimidad de sus casas y no lo estáis viendo a escondidas en una revista o a través de una cerradura, a salvo de ser descubiertos en ese acto de voyerismo perverso: estáis sentados como espectadores, con la mirada fija, junto a vecinos, conocidos y extraños.

Es… perturbador.

Algunos se levantan indignados, especialmente varias señoras y también algún padre que ha venido con sus hijas. Otros miran hacia abajo avergonzados. Unos cuantos no pueden dejar de observar la pantalla.

Acaba de nacer la llamada primera película erótica de la historia: “El beso” de Thomas Alva Edison. La multitud de críticas que suscitó entre la sociedad puritana fue la primera chispa de una ola de indignación moral que se desató contra el cine. Poco importaba que John Rice y May Irwin (los actores) fuesen marido y mujer.

Esas salas oscuras y el realismo de las imágenes podían ser muy perniciosos si no se enviaban los mensajes adecuados: edificantes y libres de cualquier tachadura ética. La presión a la que la industria fue sometida desde entonces, bajo diversas formas, se tradujo en la censura.

Me he extendido mucho así que ya hablaremos otro día más de este tema.

Balle

Cinema Paradiso

Cinema Paradiso

He aquí la primera entrada de una nueva sección dentro de “Las palabras andantes”.

Mi colaboración estará dedicada a hablar de cine en un sentido muy amplio. No pretendo que cada entrada sea una sinopsis o una crítica de una película diferente. A veces serán películas, otras veces actores o directores, quizás eventos relacionados con el cine o, ¿porqué no?, algún corto. La relación entre cine y pintura, cine y literatura o momentos inolvidables dentro de la sala oscura. Historia del cine, la historia dentro del cine. Películas comprometidas, políticas, o películas estéticas.

La ventaja de que esto sea un blog es que da mucho juego: podéis opinar, proponer, hacer votaciones, participar… Quizás hagamos algún concurso.

Para este primer post interactivo propongo que cada uno diga un momento mágico dentro del cine.

Empiezo yo.

La escena final de Cinema Paradiso. Esos segundos escasos de celuloide censurado. Las lágrimas deslizándose hasta mi barbilla.

Balle